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El Ayuntamiento de Cáceres lanza una campaña para concienciar del problema que supone arrojar toallitas al inodoro

CÁCERES, 1 (EUROPA PRESS)

El Ayuntamiento de Cáceres y Canal de Isabel II han iniciado una campaña de concienciación sobre el problema medioambiental y económico que supone arrojar las toallitas al inodoro, una iniciativa que surge a través de una solicitud de la Asociación de Amigos de la Ribera del Marco a los presupuestos participativos pero que se asumirá a través del contrato de la empresa concesionaria del servicio integral del agua

La campaña, que cuenta con un presupuesto de 8.000 euros, se compondrá de publicidad en autobuses y en las pantallas que están repartidas por la ciudad con una cartelería específica protagonizada por una niña llamada Matilda que “ha vencido al monstruo de las toallitas” tirándolas a la papelera.

También se editarán dípticos que se encartarán con la factura del agua que llegará a todos los hogares correspondiente al segundo bimestre de este año, y se publicarán 600 folletos informativos sobre el uso de toallitas que se repartirán en los colegios de la ciudad.

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El concejal de Servicios Públicos, Andrés Licerán, ha señalado que “las toallitas húmedas que se arrojan por el inodoro se han convertido en una de las principales amenazas para las redes de saneamiento, tanto generales como particulares”.

Si se tiran por el inodoro acaban enmarañándose y ocasionando enormes tapones en colectores, arquetas o estaciones depuradoras, “algo que debemos erradicar entre todos”, ha explicado Licerán, que añade que la solución es sencilla porque, una vez usadas, hay que tirarlas a la papelera o al cubo de basura.

“Las toallitas nunca deben tirarse al váter porque no se desintegran bien en el agua, debido a su composición, una mezcla de fibras sintéticas que no se pueden disgregar y pueden ocasionar atascos en las tuberías de las vivienda y en las redes de saneamiento, y en el peor de los casos, pueden dejar inoperativos los equipos y la maquinaria de las depuradoras; porque aunque en algunos envases así se indique, no son biodegradables ni desechables”.

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Además, si se acaban descomponiendo, no lo hacen en el tiempo que tardan en llegar a las estaciones de depuración, y pueden causar importantes daños medioambientales, especialmente en los ecosistemas acuáticos, si acaban llegando a los ríos.

ATASCOS DE TUBERÍAS Y EDAR

Licerán ha recordado que si se tira al inodoro la toallita pasa al final a las tuberías interiores de las viviendas, donde se pueden producir atascos, sobre todo si también se vierten detergentes y otros elementos que contribuyen a que se formen acumulaciones de mayor volumen. Posteriormente, discurren por la red de alcantarillado y las instalaciones de bombeo de aguas residuales para llegar, finalmente, a las depuradoras.

Su composición hace que tarden demasiado tiempo en deshacerse, a diferencia del papel higiénico, que al cabo de media hora se ha disuelto casi al cien por cien. Las toallitas, por el contrario, necesitan un par de días para deshacerse apenas un 36%. Por eso, llegan prácticamente intactas a las depuradoras, acumulándose en las rejas de llegada a las EDAR y en las bombas, especialmente en época de lluvias. Desde allí, una vez retiradas, se llevan a los vertederos.

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“Este hábito puede causar serios daños no solo en instalaciones interiores de las viviendas y en infraestructuras hidráulicas, sino, por supuesto, en el medioambiente, ya que las bombas que impulsan el agua residual dentro de las depuradoras pueden dejar de funcionar y, en un caso extremo, la planta podría quedar inoperativa”, ha incidido el concejal.

Además, los operarios que trabajan en estas instalaciones y en las redes de saneamiento se ven sometidos a riesgos laborales importantes cuando tienen que desatascar conducciones, bombas u otros elementos para garantizar su correcto funcionamiento.

“Es importante la concienciación ciudadana en este sentido, especialmente desde edades tempranas, si no queremos seguir soportando los daños económicos y medioambientales que esta costumbre provoca y que además especialmente en Cáceres vemos en algunas épocas en los aliviaderos de la Ribera del Marco”, ha concluido Licerán.


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