La secretaria general de Cultura, Miriam García Cabezas, ha afirmado que la mirada con la que el fotógrafo Chema Escribano se acerca a la realidad le ha permitido relacionarse “con lo que le ha interesado y con lo que ha empatizado”, como paisajes, retratos, edificios, conceptos, formas y puntos de mira que conforman este acercamiento a su obra conjunta a través de series de imágenes fotográficas.
“La visión que ofrece Chema Escribano sobre la transformación de la imagen durante sus 50 años de trabajo se aleja de una visión monográfica sobre la gente o sobre el paisaje. El fotógrafo amplía su campo de observación para conseguir transmitir sus emociones frente a cada momento, mostrándonos el placer de comunicarse con el motivo, paisaje o momento que le impresionaba en su recorrido por los diferentes lugares, siempre a través del objetivo”, ha subrayado la responsable cultural durante la inauguración de la exposición que repasa la obra de Escribano, que abarca desde los años 70 del siglo pasado hasta 2018.
Miriam García Cabezas ha estado acompañada en la presentación por el propio artista, cuya muestra se exhibe en la Sala Europa de Badajoz hasta el 7 de noviembre.
CHEMA ESCRIBANO
Chema Escribano inicia sus primeros contactos con la fotografía en la primera mitad de los años 60, con una cámara Braun Paxette de visor heredada de su padre. Tras los primeros pasos tocando temas de álbum familiar y recordatorio, así como otros de índole social, popular o costumbrista, pronto comienza a experimentar en los grandes temas de la fotografía, el paisaje y el retrato.
Instalado en Madrid en los años 70, compagina sus estudios de Arquitectura y Arte Dramático con su actividad fotográfica repleta de cursos de formación y una variada concurrencia a muestras, concursos y exposiciones individuales y colectivas. En esa época coincide con otros fotógrafos, seguidores de la ‘Escuela de Madri’ en la Real Sociedad Fotográfica y en torno a las revistas Arte Fotográfico y Nueva Lente, donde publica alguno de sus primeros temas.
Al analizar la continuidad en la evolución de la obra de Escribano, se aprecia que, si bien en los primeros años hubo un determinado compromiso con temas de contenidos sociales más reivindicativos, con la necesidad de transmitir un mensaje concreto, después, en las etapas sucesivas, fue sustituyendo dicha necesidad con el fin de obtener la total libertad de sugerir la experimentación en la elección de las temáticas y así centrarse en la aplicación de sus criterios meramente estéticos y compositivos.
En las fotografías de Escribano reside una fuerza invisible que no se puede desvincular de la imagen que la ha hecho surgir. Su trabajo no es solo producto de una técnica y una acción, sino que es también un verdadero acto icónico y es, por encima de todo, el resultado de un hacer y un saber hacer.
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