Loida Zabala tendrá que esperar hasta el viernes para recibir su diagnóstico, ya que todavía no lo ha obtenido

MÉRIDA, 4 (EUROPA PRESS)

La deportista extremeña Loida Zabala ha precisado que aún no tiene un diagnóstico y que tendrá que esperar “como mínimo hasta el viernes”, ya que le practicarán una prueba este próximo miércoles.

Zabala ha realizado estas declaraciones desde la habitación del hospital en la que está ingresada en una entrevista en Canal Extremadura Televisión, recogida por Europa Press, en la que ha indicado que “no está del todo bien” físicamente pero que su actitud es “positiva”.

“Yo solo quiero tener ya un diagnóstico y saber a qué tengo que estar preparada para luchar, porque seguimos recordando que el año que viene son los Juegos, y yo quiero saber a qué tengo que estar preparada para poder ir, ya que la marca ya está hecha”, ha aseverado la deportista halterófila.

De este modo, ha señalado que le han sido detectadas nueve masas en el cerebro y ahora se debe determinar “qué tipo de masa” es y “cómo se le puede combatir”. “Estoy preparada para ello, eso está claro”, ha expuesto.

“Todavía hay que hacer pruebas en el pulmón a ver si viene de ahí o no y a ver qué tratamiento hay que poner para combatirlo, porque vamos a combatirlo”, ha asegurado la deportista paralímpica, que se ha mostrado muy agradecida por los mensajes de apoyo recibidos.

Zabala ha anunciado este sábado en sus redes sociales que le han diagnosticado nueve masas en el cerebro y que aún está a la espera de más pruebas, como una broncoscopia, ya que “podría ser metástasis que viene del pulmón”.

La atleta, quien ha ganado cuatro diplomas en los últimos cuatro Juegos Paralímpicos, ha informado de que el pasado sábado 28 de octubre sintió que el brazo izquierdo se le durmió “durante unos segundos”, perdió el habla y solo podía recordar su nombre y el día de la semana en el que se encontraba.

Zabala llegó a la halterofilia paralímpica años después de sufrir una mielitis transversa, enfermedad provocada por una inflamación en la médula espinal, que a los 11 años le hizo perder la capacidad de andar, dejándola en silla de ruedas.